efecto antidepresivo. Los cuadros alucinatorios, se suelen observar con mayor frecuencia en especies denominadas popularmente yakee del g?nero Virola. Cantidades muy altas pueden causar diarrea y v?rtigo. El uso demasiado frecuente puede enrojecer los dientes y labios. En dosis toxicas es un poderoso analg?sico. La miristicina se comporta como sustancia oxit?cica. Se conoce un caso fatal de un ni?o de 8 a?os que falleci? a las 24 horas de consumir dos nueces enteras. ANADENANTHERA PEREGRINA-PIPTADENIA MACROCARPA Cebil, Yopo, Parica o Cohoba. Pertenece a las Leguminosae, llegando a una altura de 20m. Su corteza tiene espinas. Las hojas poseen de 15 a 20 pares de pinnas y cada una posee muchos fol?olos vellosos. Las flores est?n dispuestas en cabezuelas esf?ricas y en inflorescencias o grupos terminales. Posee vainas marrones rojizas en las que se ubican las semillas que son aplanadas y negras. Crece en pastizales en Am?rica del Sur. La especie de Sudam?rica es Anadenanthera colubrina. Con sus semillas se prepara un potente polvo alucin?geno. El principio activo, la Bufotenina (5-Hidroxidimetiltriptamina), causa intensas alucinaciones visuales y fen?menos psicod?licos. Se ha aislado Bufotenina y N-N-DMT en los frutos completos y 5-metoxi-N-metiltriptamina de la corteza de los tallos. Se consume por v?a oral, sublingual, fumada, vaporizando la Bufotenina e inhal?ndola en forma de “rapes” (pulverizado fino) preparados para inhalar en donde se combinan triptaminas e IMAOS. Los efectos de la planta fumada sin combinarla con un IMAO pueden ser leves, dar una extra?a sensaci?n, tensi?n muscular y en algunos casos v?mitos. Existen evidencias del uso de Piptadenias desde la llegada de Crist?bal Col?n a Am?rica. Los abor?genes conoc?an las propiedades de las Piptadenias y hac?an uso de ellas inhalando un polvo obtenido de las semillas o fumaban el mismo. El arte rupestre en el norte de Argentina es una expresi?n de c?mo era utilizado para pr?cticas cham?nicas. Los polvos de las semillas de Piptadenias, constituyen, con el tabaco, las primeras sustancias que los colonizadores vieron utilizar a los indios como alucin?genos. Para guardar el polvo los nativos ten?an unas cajitas de madera de algarrobo, de hueso o de cobre. Los abor?genes de la regi?n central del Brasil la emplean a?n como en los antiguos tiempos, en cambio, los Matako sdel Chaco Argentino (hoy provincia de Formosa) lo emplean sin utensilios especiales, colocando los polvos directamente con los dedos en los orificios nasales; los indios Comechigones de las Sierras de C?rdoba, lo guardaban en el interior de una concha espiral de un gaster?podo com?n en las sierras y barrancos de C?rdoba. En Am?rica del Sur, desde las orillas del Orinoco y del Amazonas, hasta C?rdoba en Argentina, y desde la costa del Pac?fico, hasta Brasil y Paraguay se utiliza el Cebil. Los indios guaran?es preparaban el curupay o kurupa indio, que aspirado en forma de rap? provoca ?xtasis c

de percepci?n suprasensorial. Estudios psicom?tricos demuestran que la psilocibina provoca modificaciones en la afectividad, estimulando la memoria afectiva, provocando inhibici?n y extroversi?n, facilitando la expresi?n de los sentimientos; tiene un efecto profundamente catal?tico del impulso ling??stico. La psilocibina posee una acci?n antiseroton?nica bien marcada, muy parecida a la del LSD. Se necesitan dosis superiores a los 0.8 gramos para que los efectos sean apreciables. No se han descrito fen?menos de dependencia psicof?sica. AMANITA MUSCARIA Es un hongo cuyo sombrero alcanza m?s de 15cm. di?metro, convexo, extendido o ligeramente deprimido, escarlata, ornamentado con verrugas blancas dispersas. Con la edad las verrugas desaparecen gradualmente y pueden faltar completamente. El color del sombrero a menudo se decolora hasta el rojo anaranjado. El pie blanco o amarillo p?lido en la parte superior, cil?ndrico y brillante con una base ligeramente engrosada, coronadas por una serie de bandas conc?ntricas de escamas blancas puede llegar a 20 cm. de altura, 3 cm. de grosor,. Presenta un anillo cerca del ?pice del pie, de blanco a amarillento muy p?lido, y l?minas blancas la mayor?a libres. H?bitat: Bajo abedules, pinos y otros ?rboles. Crece en Oto?o. Es un hongo muy com?n. El principio activo de la A. muscaria la muscarina, es un alcaloide responsable de la salivaci?n, lagrimeo, cefaleas, miosis, alteraciones visuales y principalmente de provocar alteraciones gastrointestinales como n?useas y v?mitos (v?mitos muscar?nicos) acompa?ados de somnolencia, pero no es el responsable del poder alucin?geno. En los a?os 60 se descubri? que el principio activo responsable de estos efectos son el ?cido ibot?nico y el muscimol. El contenido de ?cido ibot?nico en las Amanitas es muy elevado, y van desde 0.03% al 0,1%. Al desecarse el hongo, el ?cido ibot?nico se convierte por descarboxilaci?n en muscimol, que es m?s estable, m?s potente al nivel de psicoactividad, y que en el hongo fresco se encuentra en proporciones m?s reducidas. Despu?s de la ingesti?n oral, el ?cido ibot?nico se transforma en muscimol, y buena parte se excreta inalterado a trav?s de la orina. Por esta v?a solo se excreta el muscimol, no as? la muscarina, que se metaboliza en el organismo. Al descubrir la eliminaci?n de la sustancia activa por v?as urinarias, algunas culturas optaron por beber las orinas propias o ajenas de qui?n hab?a ingerido amanita obteniendo los mismos efectos alucin?genos, pero obviando los efectos indeseables de la muscarina. El ?cido ibot?nico produce efectos psicod?licos en el hombre a una dosis de entre 50 y 100 mg. y con 10-15 mg de muscimol. Los elementos psicoactivos se encuentran en todo el hongo pero la mayor concentraci?n est? en el sombrero (debajo de la piel roja). Los primeros s?ntomas tras su ingesti?n, se centran en problemas digestivos, v?mitos violentos y diarreas, paso previo a la reacci?n alucin?gena y que, se

Por costumbres milenarias el hombre ha transmitido de generaci?n en generaci?n desde la antig?edad el conocimiento de plantas con potencial alucin?geno. Muchas comunidades las han empleado en ceremoniales curativas, m?sticas o sagradas, a diferencia del uso contempor?neo para una ?placentera evasi?n de la realidad?, que muchas veces alcanza consecuencias tr?gicas. El uso de las plantas alucin?genas ha formado parte de la experiencia humana, influyendo tanto en la formaci?n de pueblos primitivos como parte importante de ritos religiosos constituy?ndose elementos de veneraci?n por tradiciones y modos de vida ancestrales. El estudio cient?fico de estas plantas alucin?genas, que en su mayor?a no causan dependencia pero que se asocian el uso de otras sustancias capaces de producirla, indican que se han usado por su capacidad de ?expandir la mente?, para alcanzar experiencias m?sticas, o simplemente para lograr una fascinante aventura hedonista. Seg?n Hoffes y Osmond, los alucin?genos son sustancias qu?micas que en dosis no t?xicas producen cambios en la percepci?n, en el pensamiento y en el estado de animo, pero casi nunca producen confusi?n mental, perdida de la memoria o desorientaci?n en la persona, ni de espacio ni de tiempo. Este cambio en la percepci?n de la realidad se traduce en un cambio de la conciencia sin perdida de la misma. Aunque tambi?n pueden provocar despersonalizaciones. El uso de los alucin?genos se remonta a la prehistoria. Culturas primitivas utilizaban estas plantas que les permit?an al sacerdote, brujo, o curandero, y tambi?n al individuo receptor de la terap?utica, una comunicaci?n con el mundo espiritual; por aquellas ?pocas fueron considerados como grandes m?dicos y se los alucin?genos convirtieron en la base de muchas pr?cticas medicas en casi todas las sociedades abor?genes, y a?n en culturas avanzadas. Estas plantas son verdaderas fabricas qu?micas naturales, cuyos productos son complejos qu?micos que pueden provocar alucinaciones (t?ctiles, visuales, auditivas, etc.) o causar psicosis artificiales. 1. Objetivos Desde la disciplina Toxicolog?a se realizado una revisi?n sobre los antecedentes del uso de principios activos de plantas alucin?genas, sobre todo en Am?rica y en nuestro pa?s, con el prop?sito de difundir los conocimientos sobre los efectos adversos y t?xicos de muchas de ellas, basados generalmente en su estructura qu?mico-biol?gica, para contribuir de este modo a la prevenci?n de intoxicaciones que suelen provocar efectos irreversibles y hasta incompatibles con la vida misma del usuario. 2. El efecto alucin?geno como aventura hedon?stica fascinante. Desde siempre el hombre ha buscado en lo misterioso, en lo sobrenatural, la soluci?n de sus problemas, el bienestar, la euforia, la fortaleza, la virilidad. El uso de los alucin?genos se remonta a la prehistoria; el hombre primitivo, en su etapa de experimentaci?n al relacionarse con la naturaleza fue conociendo los efectos ben?fic

Los efectos adversos se manifiestan en el aparato respiratorio mediante respiraci?n superficial y r?pida con leve sensaci?n de asfixia; en el aparato circulatorio provoca disminuci?n del pulso por alteraci?n del funcionamiento del m?sculo card?aco; en el aparato digestivo produce estre?imiento en dosis baja y suprime la sensaci?n de hambre durante el per?odo de la intoxicaci?n. Provoca midriasis y a dosis elevadas produce insomnio, reflejos exagerados y a veces s?ntomas convulsivos. Las dosis bajas son de 1 a 2 cabezas de peyote; las medias de 3 a 6; y las altas de 7 a 10 cabezas. No hay reportes sobre dosis letales. Las probabilidades de tener una mala reacci?n a la mescalina aumentan considerablemente en un ambiente estresante. Los efectos secundarios son: ansiedad, malestar estomacal, tensi?n muscular, dificultad para respirar, sentimiento de p?rdida de control, sentimientos de miedo. TRICHOCEREUS PACHANOI (San Pedro) El San Pedro es un cactus columnar, largo y de crecimiento r?pido. Cada a?o se eleva aproximadamente un metro y su di?metro aumenta alrededor de 12 cent?metros. En comparaci?n al Peyote, el San Pedro ocupa el segundo lugar, en concentraci?n de mescalina. Estos cactus crecen en forma natural en ciertas zonas de Chile, Per? y Bolivia. El San Pedro se consume en polvo, pero tambi?n es ingerido crudo o seco, y los efectos del peyote o del San Pedro, al igual que el de la mescalina por v?a oral, comienzan entre los 60 y 90 minutos despu?s de la ingesti?n y duran entre 7 y 10 horas. Cuando es inyectado comienzan entre los 10 y los 20 minutos. Otros cactus con mescalina T. Peruvianus (Antorcha Peruana), Bridgesii, Macrogonus, Validus y Tercherskii. Estos contienen alcaloides psicoactivos en menor cantidad. En Argentina los cactus con mescalina que se pueden encontrar pertenecen a especies distintas a las del T. Pachanoi. Estos cactus son columnares y alcanzan grandes alturas (como ?rboles). Los que tienen mayor concentraci?n de mescalina son los mas viejos y altos. Estas especies crecen en forma natural en varias provincias, como San Juan, La Rioja, Catamarca y Jujuy. En estado natural los gajos del peyote se mastican solos o en compa??a de alg?n l?quido, preferentemente jugos c?tricos pues su sabor es bastante amargo. Cuando el cactus se deshidrata retiene la mescalina indefinidamente y puede reducirse a polvo para prepararse en t? o a?adirse a un jugo de fruta. Las mayores concentraciones de mescalina se hallan en la piel verde del cactus, que se pela cuidadosamente y se seca a bajas temperaturas para despu?s reducirse a polvo. Tambi?n se lo utiliza como componente de una bebida “cimora” hecha con Daturas de efectos alucin?genos. AYAHUASCA (Yage?, Huasca, Caapi) La antig?edad del uso de la Ayahuasca se remonta a la prehistoria. Desde la Amazona occidental, modernamente se ha expandido en toda Am?rica del Sur, debido a su preservaci?n por ind?genas y mestizos ante la incesante represi?n cultural de

Francia, pero el caso motiv? una importante movilizaci?n por parte de los fardados europeos, cuyos representantes de diversos pa?ses se reunieron y empezaron a concebir un plan de acci?n destinado a conseguir el reconocimiento de su pr?ctica y la legalizaci?n de la ayahuasca. Por mucho que contenga un principio activo alucin?geno y prohibido, no se puede asimilar la ayahuasca a una simple droga cl?sica, ya que su consumo recreativo es extremadamente raro, y la norma es un uso dentro de un contexto ritual y con un objetivo terap?utico y/o espiritual. Como afirma el doctor Jacques Mabit, creador del centro Takiwasi en la Amazonia, dedicado a la desintoxicaci?n de adictos al basuco (base de coca?na) y subvencionado por la comisi?n interministerial francesa de lucha contra las drogas y las toxicoman?as (MILDT), la ayahuasca ?la consumen hombres, mujeres e incluso ni?os. No crea absolutamente ning?n tipo de dependencia. Se trata de una purga cuyos efectos em?ticos (diarreas y v?mitos- nota del redactor) son a veces espectaculares pero previsibles y carentes de consecuencias adversas. Al mismo tiempo act?a como inductora de estados de conciencia ampliada y cumple tradicionalmente con un papel m?gico-religioso o, actualmente, psicoterap?utico.? Siempre seg?n el doctor Mabit, ?es falsa la afirmaci?n de que ?cualquier error en la dosis puede ser fatal?: en caso de sobredosis, el paciente vomita y elimina el producto. Dicho esto, la ayahuasca debe ser utilizada dentro de un contexto controlado, como instrumento para la exploraci?n de otros estados de consciencia y no como una simple diversi?n. Su uso debe ser prudente, no por sus riesgos en cuanto a sobredosis ?extremadamente reducidos, o incluso inexistentes-, sino por la dificultad que supone el manejo de los estados modificados de consciencia, que requieren el concurso de un verdadero experto en la materia?. Aparte de estos aspectos, la absorci?n de la ayahuasca exige una preparaci?n f?sica ?r?gimen estricto en los d?as previos a la ingesta- y psicol?gica. Para terminar, el brebaje tiene un sabor absolutamente infecto, hasta el punto que algunos no pueden ni siquiera ingerirlo, lo que acaba por disuadir a todo aqu?l que quisiera consumirlo ?fuera de contexto?. Aunque se ha empezado a entender el mecanismo de acci?n de sus principios activos, hay aspectos que a?n permanecen rodeados de misterio. La ayahuasca tiene, entre otras particularidades, la de provocar visiones en el consumidor estrechamente relacionadas con la jungla amaz?nica y su fauna (jaguares, serpientes, etc.). El centro del Dr. Mabit no es el ?nico en utilizar la ayahuasca en programas de desintoxicaci?n. As?, Friends Of The Forest, la asociaci?n con sede en Amsterdam que albergaba al Santo Daime, propon?a igualmente un programa de desintoxicaci?n basado en esta p?cima. Estas propiedades en particular podr?an dar ideas a algunos laboratorios farmac?uticos. El estatuto jur?dico actual de la ayahuasca es bastante

The Oxford Dictionary establishes the fact that in former times fly ordinarily designated insects as divergent as locusts, moths, gnats, and the whole dipterous order. To this day there are High German dialects in which Fliege and Mucke mean both fly and mosquito, as does the word mich in Frisian. The older usage survives in the anglers flies, which descend from all kinds of flying insects.

Our friend Camille Fauvel, the mightiest mycophage of us all, informs us that he has sat down to a mess of fly amanitas scores of times. He gathers the mushrooms, peels the caps, discards the stems, and cooks the peeled caps in any of the usual ways.

Locusta, si poseen imaginaci?n, as? como el arte, bien puede haber saltado con entusiasmo ante la idea de que este hecho, ingeniosamente realizado, traer?a su inmortalidad y, de hecho, lo ha hecho. Pero que durante la fat?dica noche la tensi?n debe haber sido insoportable.

Is there not something uncanny about the injection of this mushroom into Alices story What led the quiet Oxford don to hit on a device so felicitous, but at the same time sinister for the initiated readers, when he launched his maiden on her way Did he dredge up this curious specimen of wondrous and even fearsome lore from some deep well of half-conscious folk-knowledge On first reflection that mushroom in Alice, so innocent for the uninformed, seems like a gentle aftermath, a

In the Indian and Iranian languages the words for fly are often used for bee or are the base from which their words for bee are formed. Good illustrations of this early generic usage are to be found in Basque, where the primitive form of the word fly was uli.